Conocer nuestro pasado es fascinante. En Argelaguer, a pocos metros de @calesperrucat, se conservan los restos de uno de los dos antiguos pozos de hielo que podemos visitar en nuestro municipio.
A diferencia de los pozos de nieve, habituales en la alta montaña, los pozos de hielo se instalaban en zonas más bajas y planas, al lado de un río o de un molino. El agua se canalizaba hasta una serie de balsas poco profundas, de entre 20 y 30 cm de profundidad, donde se estancaba para que se helara. Entonces se cortaban unas losas de 120 x 70 x 20 cm de un peso aproximado de 110 kg, y se depositaban en el pozo.
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Los pozos de hielo eran construcciones cilíndricas de piedra, generalmente sepultadas. De dimensiones variadas, a menudo llegaban a los 9 m de diámetro y 22 de profundidad. Dos o tres aperturas permitían la entrada de los trabajadores y del hielo dentro del pozo gracias a un sistema de poleas. Las losas de hielo se introducían con cuidado en el interior del pozo con capas sucesivas; se separaban con paja, ramas y hielo picado para evitar que se compactaran unas con las otras. Cuando el pozo estaba lleno, se cerraba tan herméticamente como se podía, en espera del calor y los pedidos.
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Hoy en día, el municipio de Argelaguer conserva los restos de dos pozos de hielo. Estamos en el más cercano al pueblo, situado a un centenar de metros de la iglesia de Santa Maria. Con un diámetro exterior de 6 metros, es el más pequeño de los dos pozos. Tiene una profundidad de hasta 5,5 metros y el muro, de una anchura de 60 cm, está hecho con piedra grande sin carear. Conserva parte de la entrada, orientada al sudeste, de cerca de un metro de anchura.
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Si bien no tenemos noticias históricas de este pozo de hielo, por tipología constructiva se podría datar, muy probablemente, en el siglo XVIII.
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